“El viento protegerá tus alas, De vez en cuando, el hombre vive lejos de Dios… Píndaro decía: “¿Qué es el hombre? El sueño de una sombra… pero cuando viene un esplendor del cielo, él brilla en la luz y la vida es deliciosa…” Dios puede estar cercano. Naimisa es “instante”, “vislumbre”, “pestañeo”. Es el término elegido para identificar el bosque en el cual ocurre el relato de la épica. Simultáneamente Naimisa hace referencia a una fisura entre el mito y la historia, el destello del relámpago que arroja fuera del tiempo, una grieta que bien podría definir el curso completo dela existencia individual conocida como vida. En efecto, la vida como encarnación constituye una oportunidad maravillosa para “ver”, verbo con profundas resonancias en torno a la esencia de los Vedas que en este caso aluden a una experiencia total más que a un conjunto literario o religioso. El hombre, cada hombre, como ya lo señalara Píndaro, es honrado y elegido para transitar una experiencia única: su propia vida y existencia que puede ser, al decir de Swinburn, una sombra, un sueño, una visión y en ese sentido, es una Naimisa.
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